sábado, 19 de diciembre de 2009

Flagelo

En la oscuridad de la noche
cuando salgan las sombras
lúbricos demonios
invadirán su lecho.
Y al que se hace llamar siervo de Dios
le hervirá la sangre
en el caldero
de los malos pensamientos.

Hincará sus rodillas,
suplicando el perdón.
Y lo que fueron una ves
babosos gemidos de placer
nacidos del orgasmo,
han de transformase
en sordas quejas causadas
por el flagelo.

A golpe de látigos
lacerará su espalda.
Más hundido en el encierro,
exiliado de la tentación,
un sólido sufrimiento
le perforara la cien.
Como corona de espinos,
desgarrándole la piel.
Sea la sangre
sal purificadora del cuerpo
y se lleve el tormento
de todo aquello que interfiera
con su fe,
y la gracia del todo poderoso.

La ley se hecho carne.
Y él, se ha vuelto
pecador, juez y verdugo.
Que la sensualidad
perezca ante los hábitos
y el llanto lave el alma
tantas noches sea necesarias.

Juicio intimo he inflexible,
sabroso dolor purificador.
Aleja el tirano señorío de la carne.
Extirpa del sexo la tentación.
Guadaña en la oscuridad del cuarto
el filoso cuchillo de la razón.
Y hazle santo,
por el reino de los cielos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario