miércoles, 16 de diciembre de 2009

Dulce pecado

Dios enjaula a la bestia.
La bestia posee al hombre.
Y los pecados bullen en la carne
como en la vieja Sodoma.
Esparciendo la dulce peste.
Huestes a merced de la tentación.

Lujuriosa la promiscuidad se expande,
como veneno por las venas.
Penetrando en la mente.
Pudriendo los pensamientos.

Entonces la bestia
provista por un manto
de pudorosa piedad,
a piel de cordero
va devorando cuerpos.
Deteniéndose con fina delicadeza
a menester de su exquisito gourmet.
La virginidad.
El estado perfecto,
limbo y cielo.
Inocencia.
Himen.
Hombre. Falo y dolor.

La carne comienza a sangrar…
Por su desnudez. Vergüenza.
Con la vergüenza,
sangre, lagrimas y sudor.
Despojos…
en los colmillos de la fiera.

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